miércoles, 12 de enero de 2011

Quellaveco


Hay dos polos en la relación de toda mina con las poblaciones que la albergan. De un lado están las que les dan las espaldas a los pueblos y prefieren la actitud beligerante basada en el abuso, la prepotencia y las leguleyadas, a la antigua. Del otro lado están los proyectos mineros que desde sus inicios velan por quienes viven a su alrededor y los ven como sirvientes o enemigos sino como socios laborales, personas que también merecen enriquecerse, aprender y crecer. Anglo-American Quellaveco busca –como muchas otras minas bien enfocadas- generar proyectos para apoyar la riqueza humana, mejorar el nivel de vida y a la vez contar con personal local más capacitado en todas las áreas posibles. Si antes una mina aterrizaba como un OVNI en medio de un pueblo andino trayendo desde sus cocineros hasta sus choferes e ingenieros, hoy la visión respetuosa e integradora exige brindar primero esas oportunidades de trabajo a los pobladores del lugar y, para ello, capacitarlos antes y apoyarlos con educación, insumos y acciones sociales.

Trabajando para el proyecto de comunicación social que dirige María Teresa Solís en Moquegua pude conocer a fondo el alcance de Quellaveco, sus intereses y su misión (que aquí no detallaré). Solo dejaré claro que me impresionó su extenso afán de integración y servicio, apoyando desde un coro hasta un vivero, desde el cuidado del agua hasta la protección de la salud infantil entre los más necesitados.

Todo proyecto minero debe ser visto siempre con afán vigilante, y normalmente es juzgado con burla y escepticismo cuando se pretende altruista y beneficioso. Pero cuando uno está allí, viendo lo que hacen, el sarcasmo desaparece y vuelve la fe. Ojalá todo sea así de bueno y todas las minas sean, como esta, quieran ser siempre buenos ciudadanos.